viernes, 15 de abril de 2016

Tormenta

Normalmente, siempre tendemos a hacer hincapié en los días buenos. Nos gusta recordarlos, disfrutarlos, hablar de ellos...
Pero, ¿y los días malos? ¿Acaso no son tan importantes como los buenos? ¿Acaso no forman parte de nuestra vida de la misma manera que lo hacen los buenos?
Creo que tenemos una tendencia a menospreciar los días malos. A rehuir los malos sentimientos, las malas sensaciones, a pesar de que forman parte de nosotros tanto como los sentimientos positivos.
Porque un mal día lo puede tener cualquiera. Podemos sentirnos tristes y solos, podemos sentir que nada nos sale bien, que el mundo se nos viene encima, e incluso podemos replantearnos toda nuestra vida.
Pero lo que no nos damos cuenta es que esos días malos nos construyen a nosotros tanto como los buenos. Nos hacen más fuertes, nos hacen valorarnos a nosotros mismos, conocernos, aprender sobre nosotros.
No sé, soy la primera persona que odia sentirse mal, sentirse triste, me considero una persona bastante positiva y que la mayor parte de su tiempo está de bueno humor, pero pienso que tener malos momentos forma parte de tu persona y es tan normal como sentirse bien.
Por eso creo que, si estás teniendo un mal día, aprovéchalo para aprender algo. Algo nuevo acerca de ti mismo, acerca de las cosas que te rodean... Piensa en ello como una oportunidad para mirar tu mundo desde otra perspectiva. Y con esto no me refiero a pensar negativamente, sino aprovechar para valorar las cosas que te rodean de otra manera. Evaluar las situaciones desde otro punto de vista.

Así que tú, que estás leyendo esto, si estás teniendo un mal día, no te preocupes, aprovecha para pensar, evaluarte a ti mismo, y recuerda que mañana será un día completamente distinto, distinto en todos sus sentidos, y que lo que hoy te parece terrible puede que mañana te parezca alucinante.

Porque después de la tormenta, siempre llega la calma.